Skip to product information
1 of 2

Rendirse al Deseo - Un Romance Lésbico Navideño Picante (Tapa Blanda)

Rendirse al Deseo - Un Romance Lésbico Navideño Picante (Tapa Blanda)

SERIE ERÓTICA MULTI-PREMIADA

UN ROMANCE SÁFICO DE DESEO, PODER Y ENTREGA.

Rompió todas las reglas de la terapia para salvarla... y para salvarse a sí misma. ¿El precio? Su carrera, su matrimonio y todo lo que creía saber sobre el deseo.

Rendirse al Deseo es un romance lésbico erótico navideño intenso que sigue a la terapeuta Olivia mientras lo arriesga todo cuando se enamora de su paciente, Alison. Lo que comienza en sesiones terapéuticas evoluciona hacia exploraciones íntimas de dominación y sumisión, donde ambas descubren verdades sobre el deseo que nunca se atrevieron a admitir.

Ambientada en el universo acogedor de la serie Awakening of Desire, esta es una historia sobre encontrarte a ti misma, descubrir un amor por el que vale la pena arriesgarlo todo, y tener el valor de ser quien realmente eres.

Más de 3000 lectoras ya aman la serie Awakening of Desire.

Regular price £9.99 GBP
Regular price £9.99 GBP Sale price £9.99 GBP
Sale Sold out
Taxes included. Shipping calculated at checkout.

Saber Más

Cuando la terapeuta Olivia cruza cada límite profesional para estar con su paciente Alison, pierde su carrera... pero gana algo mucho más valioso: una conexión que las transforma a ambas.
Su atracción prohibida evoluciona de sesiones de terapia a exploraciones íntimas de poder, sumisión y confianza. Olivia aprende a entregarse mientras Alison descubre su fuerza como dominante. En un mundo de familia elegida donde el amor no sigue reglas, Rendirse al Deseo es la historia de un amor auténtico por el que vale la pena arriesgarlo todo—y del valor para abrazar quien realmente eres.

Información de Envío del Libro Impreso:

Clientes del Reino Unido, EE.UU., Australia y Canadá: Los pedidos se imprimen y envían desde el país respectivo. Clientes internacionales (todos los países excepto Reino Unido, EE.UU., Australia y Canadá): Los libros se imprimen y envían desde instalaciones del Reino Unido.

Tiempo de impresión: 3-10 días laborables
Tiempos de envío: varían según la ubicación

Antes de realizar el pedido: Verifique dos veces sus datos, incluida la dirección de envío, antes de completar el proceso de pago, ya que no se pueden hacer cambios una vez realizado el pedido.

Nota importante: Los pedidos internacionales (como se especifica arriba) pueden generar aranceles de importación, tarifas e impuestos del país receptor al momento de la entrega. Estos cargos son cobrados por su empresa de mensajería y están fuera de nuestro control.

SEGURO: Solo las opciones de entrega con seguimiento seleccionadas al momento de la compra ofrecen compensación en el caso improbable de que su paquete se pierda o se dañe.

Important note: International orders (as specified above) may incur import duties, fees, and taxes from the receiving country upon delivery. These charges are collected by your courier and are not under our control.
INSURANCE: Only tracked delivery options choen when purchasing offer compensation in the unlikely event that your package is lost or damaged.

Especificaciones del Libro:

Pages : 126
ISBN : 9614622000518
Weight : 133g
Dimensions : 127 x 7 x 203 mm

Descripción Completa:

Cuando la Dra. Olivia Hopkins rompe todas las reglas profesionales para estar con su paciente Alison, pierde su carrera... pero gana algo invaluable: una conexión que las transforma por completo. Su atracción prohibida se convierte en exploraciones íntimas de poder y sumisión. La controlada Olivia aprende a entregarse mientras Alison descubre su lado dominante.
Bienvenidas por Victoria y Abby—una pareja que entiende las dinámicas de poder—ambas mujeres enfrentan las consecuencias de sus elecciones. Juntas exploran vulnerabilidad, dominación y descubren que el verdadero poder nace del consentimiento.
En un retiro en la campiña escocesa, Rendirse al Deseo es un romance erótico sobre romper con las expectativas, sanar a través del amor y atreverte a ser quien realmente eres. La historia de dos mujeres que aprenden que a veces la sanación más profunda llega cuando rompes las reglas, y que entregarte—a la persona correcta—es el mayor acto de valentía.

Temas y Tropos

- Amor prohibido
- Despertar sexual y autodescubrimiento
- Primera experiencia lésbica
- Juegos de poder: dominación y sumisión
- Elegir entre carrera y amor
- Familia elegida

Capítulo Uno - Vista Previa:

Capítulo 1
Alison

La grava cruje bajo nuestras botas, cada chasquido agudo en la noche helada. Cada paso se siente robado, una pequeña victoria arrancada a la oscuridad que nos envuelve. Mi pulso aún retumba por la fiesta: desde el momento en que Mhairi se desplomó bajo mi puño, hasta el primer roce de los dedos de Olivia contra los míos, encendiendo mi cuerpo en llamas. La adrenalina recorre cada fibra de mi ser, pero ya no se trata de la pelea. El hambre ahora es distinto. Más agudo. Más preciso. Se retuerce en lo profundo de mi vientre con una certeza que nunca había poseído, ni me había atrevido a creer que podría atesorar.
Detrás de nosotras, los tacones de Victoria crujen y dispersan la grava con cada paso medido, mientras Abby rebota a su lado, prácticamente bailando de puntillas, rebosante de la alegría del compromiso que se desborda en el aire nocturno. Sus voces se derraman en la oscuridad, risas y bromas que hacen vibrar la noche helada con triunfo. Esta noche ganamos. Todas. Pero mi victoria se siente distinta, más personal, conquistada a través del dolor y el coraje.
Olivia camina a mi lado. Las luces de seguridad iluminan las margaritas de su escote al pasar, haciéndolas brillar como diminutos faros contra su piel pálida. Me lanza miradas furtivas—rápidas, ardientes—que caen como chispas sobre mi carne de yesca. No son las miradas cuidadosas y profesionales que usa en su consulta cuando me sorprende mirándola, esas calculadas para mantener los límites apropiados. Estas nuevas miradas son distintas. Estas encienden una necesidad primitiva en mí que lo cambia todo.
—Vaya, vaya. —La voz de Abby corta el aire frío, seguida de un silbido burlón—. Miren a nuestra Alison, llevando su premio a casa como toda una cazadora.
Olivia se pone rígida con las palabras. Incluso en la penumbra lo noto: el color florece en su pecho, sube caliente por su garganta y le tiñe el rostro hasta que arde de vergüenza y de un deseo evidente. La máscara de terapeuta se ha resquebrajado, ha caído por completo. Lo que queda es una mujer desnuda ante la atención, expuesta por la necesidad, vulnerable de un modo que me deja la boca seca.
El calor me invade tan rápido que debo morderme la lengua para no soltar un gemido.
—Abby. —Mi advertencia se clava en la noche.
—¿Qué? —La sonrisa de Abby se adivina en su voz, maliciosa y cómplice—. Solo digo que luces perfecta con esos pantalones de cuero. Muy dominante. Muy la domme que siempre supimos que se escondía bajo toda esa sumisión.
Olivia tropieza con una piedra suelta, su tacón se engancha en el borde. El instinto me impulsa. Mi mano se extiende, le agarra el codo, la sostiene antes de que la gravedad la reclame. El estremecimiento del contacto me atraviesa el cuerpo, concentrando calor en mi vientre y más abajo.
—Perdón —susurra, tan bajo que casi se pierde bajo el crujido de los pasos.
—No.
Mi mano se demora más de lo que un accidente permitiría, los dedos aferrándose a la piel suave y cálida.
—Las piedras son traicioneras con tacones. Sobre todo cuando estás distraída.
Sus ojos se elevan hacia los míos, grandes y oscuros, ahogándose en nuestra creciente necesidad, haciendo que el aire entre nosotras chisporrotee.
—No voy a disculparme por tropezar.
Las palabras quedan suspendidas entre nosotras como un aliento contenido, cargadas de un significado que aún estoy aprendiendo a descifrar. No se disculpa por esto, entonces. Por desear. Por cruzar las líneas que trazaba cada semana en su consulta con sonrisas profesionales y distancias medidas.
El aire frío me quema la garganta con cada inhalación, pero dentro del corsé estoy sofocada, el cuero clavándose en mis costillas, mis pechos alzados y expuestos a la noche de diciembre. Más desnuda que vestida. Más vulnerable de lo que jamás me había permitido ser, y sin embargo, de algún modo también más poderosa.
Olivia tiembla, un estremecimiento recorre todo su cuerpo que nada tiene que ver con la escarcha que dibuja patrones en los setos que nos rodean.
Me detengo en seco, me giro para enfrentarla bajo la dura luz de seguridad.
—Estás helada.
—Estoy bien, yo…
—No lo estás. —Cierro la distancia entre nosotras en dos pasos, lo bastante cerca para aspirar su aroma, para saborear la nube de su aliento en el aire gélido—. Ven aquí.
Mis brazos la envuelven sin vacilar, la atraen contra mí hasta que no queda espacio entre tela y piel. Ella acude sin resistencia, sus curvas suaves presionándose contra cuero y carne desnuda. No todo su temblor proviene del frío.
—¿Mejor? —Mi voz raspa el aire, apenas reconocible como mía.
Asiente contra mi hombro, y ese leve movimiento envía su aliento abrasando la piel expuesta de mi cuello. Se derrite entre mis brazos, confiada y maleable.
—Será mejor que la metas dentro antes de que se congele —grita Victoria desde detrás, su voz cargada de calidez y diversión, con el tono engreído de quien siempre supo adónde conduciría esta noche.
No me muevo de inmediato. Dejo que el momento se estire, lo saboreo. Olivia en mis brazos, confiando en que la mantenga erguida, en que la abrigue contra la brutal noche de diciembre.
—Yo te mantendré caliente —murmuro en su pelo, aspirando su aroma y sus nervios.
Cuando por fin la suelto, la pérdida duele. Aun así mi mano se queda en la curva de su espalda, guiándola por el último tramo de grava hacia la casa. La escarcha brilla como diamantes esparcidos, luego se difumina al acercarnos a la luz dorada que se derrama desde el porche hacia la oscuridad. Una estampa de encanto navideño, de calma doméstica que no guarda parecido alguno con la mazmorra de grilletes y cruces que dejamos atrás.
Victoria metió la llave en mi corsé más temprano esta noche. Ahora tengo que sacarla a tientas, el cuero crujiendo mientras me retuerzo para liberarla, mis pechos alzándose aún más con el movimiento. Olivia observa fascinada, los labios entreabiertos como si fuera a hablar, a comentar lo absurdo de usar mi escote como escondite.
—Un atuendo práctico —dice al fin, su voz ahora más firme pero con un matiz de excitación divertida que me eriza la piel.
—Mucho. —La puerta se abre de par en par y un aire cálido se derrama sobre nosotras como un abrazo bienvenido.
La casa nos envuelve en cuanto cruzamos el umbral, con sus suelos de madera dura suavizados por alfombras persas, sus gruesas vigas de roble, y el fuego chisporroteando en el espacio abierto que conduce a la gran sala.
—Dios, qué calor —murmura Victoria, ya encogiéndose de hombros para quitarse el abrigo largo.
Abby tira de su ama hacia las escaleras con la emoción apenas contenida.
—Yo sé cómo calentarte de verdad. De hecho, tengo varias ideas que implican muy poca ropa y bastante de…
—Abby. Acabamos de… —La voz de Victoria lleva un toque de incredulidad, pero sonríe y sé que está lista para la segunda, tercera y cuarta ronda. Consentir a Abby es su debilidad.
Abby me guiña un ojo por encima del hombro, los suyos brillando de picardía.
—Creo que Alison ya tiene sus propios planes para esta noche.
El calor me sube al rostro con la anticipación.
—Adelante —consigo decir, el cariño filtrándose en mi voz a pesar del caos en mi pecho—. Algunas tenemos paciencia.
—¡La paciencia está sobrevalorada! —canta Abby, su voz desvaneciéndose ya mientras Victoria la arrastra escaleras arriba. Una puerta se cierra de golpe en algún lugar sobre nosotras, dejándonos en silencio. Solo Olivia y yo, de pie bajo la luz de las lámparas como actrices en un escenario.
—Bueno… —digo, y suena demasiado alto en el repentino silencio, rebotando contra las paredes blancas.
—Bueno… —me devuelve la palabra, las comisuras de su boca temblando hacia arriba.
Pero veo los nervios danzando en sus ojos como llamas, dándole el aspecto de alguien al borde de un precipicio, calculando la distancia hasta el agua, lista para lanzarse a lo desconocido.
—Podrías tener una habitación arriba —logro decir, la garganta apretada con la posibilidad—. Cama separada. Tu propio espacio. O podría llamar a un taxi si has cambiado de idea sobre…
—Alison. —Su voz corta en seco mi divagar. Firme. Segura. Inquebrantable—. Basta.
Me detengo. La boca entreabierta, las palabras muriendo en mi lengua, de pronto consciente de lo tonta que debo sonar.
Se acerca, tan cerca que veo el pulso que late en su garganta, las pecas esparcidas por su clavícula como constelaciones que quiero trazar con la lengua.
—No esperé todo este tiempo para irme ahora. No crucé cada línea de mi código profesional para salir corriendo cuando de verdad importa.
Sus palabras abren nuevos caminos en mi pecho, reescriben toda la noche. Todo este tiempo. Ella quiso esto. Lo había pensado, planeado, cruzado límites y yo nunca lo supe. El pecho se me aprieta, la respiración queda corta, como si el aire se hubiera vuelto delgado.
—¿Estás segura? —La pregunta se me escapa, la voz apenas reconocible.
Su mano se eleva, dedos fríos presionando mi mejilla ardiendo con una insistencia suave. —Nunca estuve más segura de nada.
Sus palabras lo transforman todo. Meses de miradas robadas a través de su consulta, noches en vela imaginando cómo sabría su piel, palabras mordidas hasta sangrar —todo de pronto encaja, como piezas de un rompecabezas.
—Olivia —susurro su nombre y entonces la beso.
No es el beso salvaje y reclamante de la fiesta, toda desesperación y adrenalina. Este es más lento, más profundo, deliberado. Un deseo realizado mientras ella se abre bajo mí y yo profundizo el beso. Sabe a champán, casi efervescente en mi lengua, y quiero ahogarme en ella.
Sus manos se aferran a los cordones de mi corsé, no para desatarlos sino como si necesitaran anclarse a algo sólido mientras el mundo gira a nuestro alrededor. Las mías se enredan en su pelo, puño en suaves mechones de seda, mientras la otra traza la línea elegante de su columna hasta que ella se arquea contra mí con un jadeo que trago.
Solo nos separamos cuando respirar se vuelve imprescindible, los labios aún rozándose, compartiendo aire y promesas.
—Dormitorio —digo, la voz rasgada y apenas reconocible. No es una sugerencia. No es una pregunta. Es una orden dada con la autoridad que aún estoy aprendiendo a ejercer.
Ella asiente, rápida y segura, las pupilas dilatadas por el deseo.
Las escaleras crujen bajo nuestros pies mientras subimos, dejando atrás el fuego crepitante. La verdadera llama está aquí, en nuestros cuerpos, en este silencio cargado que zumba entre nosotras como un cable vivo.
Arriba espera la rendición que he estado hambrienta de recibir—esa que transforma tanto a quien se entrega como a quien reclama, sin dejar a ninguno igual que antes.

View full details

Customer Reviews

Be the first to write a review
0%
(0)
0%
(0)
0%
(0)
0%
(0)
0%
(0)